Virgen del Carmen más que una residencia
Tras toda una vida llena de experiencias y vivencias, nuestros mayores acuden a la Residencia Virgen del Carmen. Esto se convierte en un cambio significativo en la última etapa de sus vidas que, aunque también es maravillosa, les hace sentirse vulnerables y les aleja de la rutina e independencia. Por eso, durante su estancia en Virgen del Carmen, nos encargamos de que reciban toda la atención, cariño y amor que necesitan.
Con una atención especializada, personalizada y adaptada a cada residente (atención médica, cuidados asistenciales, apoyo emocional…) conseguimos que se sientan como en casa.
Ya que nuestra Residencia Virgen del Carmen es más que una residencia convencional, es más que un lugar donde están atendidos, es un HOGAR.
Este sentimiento es el que se respira en cada rincón de nuestra residencia, un entorno donde prima la calidez humana.
Los profesionales que en ella trabajamos, con dedicación, empatía y respeto cuidamos a los residentes. Al mismo tiempo, ellos nos hacen partícipes de sus recuerdos y sabiduría. Resulta muy gratificante tratar cada día a día con ellos, nuestros mayores, ya que mutuamente nos hacemos sentir como parte de la misma familia.
El dogma de nuestro equipo es trabajar desde la vocación y nuestro ingrediente especial es el cariño, un aspecto que consideramos primordial para darles a nuestros residentes la atención y cuidados que necesitan y merecen, devolviéndoles todo lo que han dado a lo largo de sus vidas.
Un gesto amable, una palabra de ánimo, un impulso o aliento para seguir hacia delante, un momento de escucha o atención plena, muchos besos y abrazos marcan una gran diferencia en el estado de ánimo de nuestros residentes. Por eso, en Residencia Virgen del Carmen esta es nuestra filosofía de trabajo.
Mar García Luján, supervisora de Residencia Virgen del Carmen.