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Un verano que deja huella: la experiencia de Nacho como voluntario en la residencia Virgen del Carmen

Un verano que deja huella: la experiencia de Nacho como voluntario en la residencia Virgen del Carmen

 

En la residencia Virgen del Carmen, cada verano se convierte en una oportunidad para crear vínculos nuevos, compartir historias y aprender de la experiencia de nuestros mayores. Durante la última quincena de julio, tuvimos la suerte de contar con Nacho, un joven voluntario que llegó casi por casualidad, pero que se fue con el corazón lleno. Su paso por la residencia ha sido un regalo para residentes y profesionales, y sus palabras resumen a la perfección lo que significa abrirse a este tipo de vivencias.

“La idea de hacer voluntariado no fue mía, me sugirieron hacer algo del estilo esta última quincena de julio. Sin embargo, una vez terminada la experiencia, tengo que agradecer que me recomendaran hacerlo, porque me ha aportado mucho más de lo que hubiera pensado.”

Descubriendo un lugar lleno de vida

Así comenzó Nacho su camino como voluntario. Sin grandes expectativas, pero con la disposición de estar presente, escuchar y aprender. Lo que encontró en nuestra residencia superó todas sus ideas previas: descubrió un lugar lleno de vida, de historias que esperan ser contadas y de personas que, con una sonrisa, te enseñan a mirar la vida con otros ojos.

“Pasar tiempo con los residentes, personas amables y con ganas de contarte su vida, aporta mucho más al voluntario de lo que les alegra el día ver a gente nueva y joven, que, según ellos, no es poco.”

 

Vínculos que se forman en poco tiempo

Durante dos semanas, Nacho compartió tiempo con nuestros mayores: charlas en el jardín, juegos, paseos, recuerdos del pasado que se volvieron presentes gracias a su escucha atenta. En poco tiempo, se forjaron lazos sinceros. La despedida no fue fácil, pero quedó el compromiso de volver.

“Entrevistando este último día a aquellos con los que había coincidido más, me he dado cuenta no sólo del cariño que me habían cogido en tan poco tiempo, sino también del que yo les había cogido y de lo que sabía de sus vidas por haberse interesado siempre en contármelo.”

Aprendizajes compartidos con el equipo profesional

En sus palabras hay gratitud, y también una emoción que se contagia. Nacho no olvida mencionar al equipo de profesionales que le acompañó y guió durante su estancia. Porque el voluntariado es también aprender del ejemplo, de quienes cada día cuidan con respeto y ternura.

“Tengo que agradecer a todo el equipo de la residencia por acogerme y permitirme vivir esta experiencia, especialmente a José Miguel, sin el cual no podría haber hecho este voluntariado, y a Verónica y Fátima, a las que he ayudado estas dos semanas y gracias a las cuales me voy conociendo a tantas personas enriquecedoras para mí.”

Una despedida que sabe a “hasta pronto”

Nacho se despide, pero no se va del todo. Prometió volver en septiembre, porque en tan solo quince días ha descubierto que lo que se da con el corazón, siempre vuelve multiplicado.

“Termino estas dos semanas llevándome mucho más de lo que he invertido…”

El voluntariado como experiencia transformadora

Su testimonio nos recuerda que el voluntariado no es solo un acto de generosidad, es también una puerta abierta al crecimiento personal, a la empatía y al valor de compartir tiempo con quienes tienen tanto por enseñar.

Una invitación abierta a vivir esta experiencia

Desde la residencia Virgen del Carmen, animamos a todas aquellas personas que estén valorando dedicar unas horas a acompañar a nuestros mayores, a dar el paso. Porque detrás de cada encuentro hay una historia que merece ser escuchada, y detrás de cada gesto, un impacto profundo que deja huella en ambos sentidos.

Si alguna vez te has preguntado si merece la pena… ven a descubrirlo por ti mismo.

Un verano que deja huella: la experiencia de Nacho como voluntario en la residencia Virgen del Carmen