Las residencias de mayores son un recurso esencial
Hoy en día las residencias de ancianos se han convertido en un recurso esencial para el correcto funcionamiento de nuestra sociedad, al menos, para el modo en el que está concebida. A cada persona le corresponde determinar si este día a día es el que quiere y necesita en su vida, aunque lo que sí está claro, es que en los últimos 50 años en la sociedad española se ha apreciado una evolución social, económica y sanitaria sin precedentes en su historia.
A nivel económico y social, la población ha experimentado un gran cambio con la incorporación de ambos conyugues a la vida laboral. Lejos quedaron aquellos hogares donde únicamente un miembro de la familia necesitaba trabajar para sacar su casa adelante e incluso ahorrar. Actualmente es raro el hogar en el que ambos progenitores no trabajen para poder garantizar un futuro a sus vástagos, concederse algún capricho ocasional, unas vacaciones o únicamente lidiar con su día a día (en muchas ocasiones nada fácil).
Otro cambio innegable, es la gran cantidad de avances sanitarios que han ido aconteciendo durante la segunda mitad del siglo pasado e inicios de este, aumentando cualitativa y cuantitativamente los años vividos por la población española hasta posicionarnos como uno de los países con mayor esperanza de vida a nivel mundial.
Es por ello, que de un tiempo a esta parte la figura de las residencias de ancianos ha tomado especial relevancia en nuestra sociedad hasta el punto de convertirse en un recurso necesario en el que a diario muchas familias confían para cubrir las necesidades de sus mayores, las cuales, en muchas ocasiones son de una naturaleza tan compleja que sólo pueden ser tratadas por profesionales. No es casualidad que más del 75% de la población institucionalizada en residencias esté afectada en mayor o menor grado por Alzheimer, Demencia, Parkinson o Ictus, siendo este porcentaje más alto en el caso de la Ataxia.
No obstante, al igual que evoluciona la sociedad también evoluciona el concepto de residencia de mayores y su público objetivo, ya que no es raro encontrar (y cada vez más a menudo) personas que voluntariamente acuden a estos centros, que en la actualidad se han convertido prácticamente en hoteles sanitarios, a pasar la última etapa de sus vidas rodeados de gente coetánea, actividades, menús especializados y una asistencia técnica cada vez más especializada.
Un ejemplo de este tipo de centros es Residencia Virgen del Carmen, un hogar en el cual sus residentes, “nuestros abuelos”, se encuentran a su llegada con un edificio diseñado por y para ellos con grandes jardines, amplios salones y anchos pasillos donde la principal protagonista es la luz del sol. En esta residencia primamos la atención personalizada y el trato al residente por encima de cualquier otro interés convirtiéndonos en un centro de envejecimiento activo y saludable.
Nuestra principal característica diferenciadora con respecto al resto de residencias es la cercanía en el trato. Desde el diseño estructural hasta la organización diaria, todas las decisiones han sido tomadas poniendo a los residentes en el centro de todas nuestras decisiones, lo que es garantía de éxito y así lo expresan “nuestros abuelos” y sus familiares.